viernes, 3 de febrero de 2017

Escultura romana

Un cambio en la tendencia puramente griega y en la formación de una escuela nacional de escultura en Roma se produjo entre finales del siglo II a. C. o inicios del siglo I a. C. Un buen ejemplo es el Altar de Ahenobarbus, considerado un precursor inmediato del gran arte imperial de Augusto.

Con Augusto, Roma se convirtió en la ciudad más influyente del imperio, y también el nuevo centro de cultura helenística, como lo habían sido antes Pérgamo y Alejandría, atrayendo a un gran número de artesanos griegos.
Así como los sucesores de Alejandro habían contribuido a la supervivencia del arte griego, enriqueciéndola con nuevos temas, ahora, en la era Augusta, Roma quiso dar su propia contribución a la continuidad y la renovación de una tradición que ya había conseguido prestigio durante siglos y había dictado el carácter de todo el arte producido allí.
Pero más que la sólo transferencia de la atención cultural a Roma, que dio lugar a un cambio en lo que era hasta entonces puramente griego y el surgimiento de una escuela romana, fue la formación de la idea de imperio y la aplicación de la técnica griega para la temática típica de esta nueva Roma.

En la consolidación del imperio fue de gran importancia la acuñación de monedas, que son en realidad bajo relieves en miniatura.
Julio César legalizó en Roma una práctica helenista y oriental de impresión de la efigie con el gobernante vivo en las monedas, donde hasta entonces sólo había imágenes de dioses o personajes históricos fallecidos, y Augusto dirigió esta práctica con mayor conciencia y pragmatismo político, imponiendo su presencia visual y el mensaje del gobierno en la vida cotidiana de todos los ciudadanos, y que ilustran cómo el arte y la agenda política podían unir esfuerzos para garantizar un sistema de control social a gran escala.


El primer gran monumento de la escultura imperial fue el Ara Pacis entre el 13 y el 9 a. C., también obra maestra de la arquitectura romana. Dedicado a la diosa Pax, celebraba el éxito del regreso del emperador Augusto tras sus victorias en las campañas de Galia e Hispania. El monumento está decorado con frisos y relieves escultóricos que muestran procesiones, escenas alegóricas de la mitología y sacrificios.


Augusto organizó su país y fomentó las artes, no sin aprovecharse de ellas para promover su imagen personal, como era un uso generalizado entre los poderosos. Sobreviven muchas de las estatuas del emperador en los museos del mundo, mostrándolo con una variedad de atributos, militares, civiles y divinos. Una de los más famosas es Augusto de Prima Porta, que en realidad es una elaboración sobre el Doríforo de Policleto.


Nos vemos en la próxima estación (entrada)

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