Un cambio en la tendencia puramente griega y en la formación de una
escuela nacional de escultura en Roma se produjo entre finales del siglo
II a. C. o inicios del siglo I a. C. Un buen ejemplo es el
Altar de Ahenobarbus, considerado un precursor inmediato del gran arte imperial de Augusto.
Con Augusto, Roma se convirtió en la ciudad más influyente del imperio, y
también el nuevo centro de cultura helenística, como lo habían sido
antes Pérgamo y Alejandría, atrayendo a un gran número de artesanos
griegos.
Así como los sucesores de Alejandro habían contribuido a la
supervivencia del arte griego, enriqueciéndola con nuevos temas, ahora,
en la era Augusta, Roma quiso dar su propia contribución a la
continuidad y la renovación de una tradición que ya había conseguido
prestigio durante siglos y había dictado el carácter de todo el arte
producido allí.
Pero más que la sólo transferencia de la atención
cultural a Roma, que dio lugar a un cambio en lo que era hasta entonces
puramente griego y el surgimiento de una escuela romana, fue la
formación de la idea de imperio y la aplicación de la técnica griega
para la temática típica de esta nueva Roma.
En la consolidación del imperio fue de gran importancia la
acuñación de monedas, que son en realidad bajo relieves en miniatura.
Julio César
legalizó en Roma una práctica helenista y oriental de impresión de la
efigie con el gobernante vivo en las monedas, donde hasta entonces sólo
había imágenes de dioses o personajes históricos fallecidos, y Augusto
dirigió esta práctica con mayor conciencia y pragmatismo político,
imponiendo su presencia visual y el mensaje del gobierno en la vida
cotidiana de todos los ciudadanos, y que ilustran cómo el arte y la agenda política podían unir esfuerzos para garantizar un sistema de control social a gran escala.
El primer gran monumento de la escultura imperial fue el
Ara Pacis entre el 13 y el 9 a. C., también obra maestra de la arquitectura romana. Dedicado a la diosa Pax, celebraba el éxito del regreso del emperador Augusto tras sus victorias en las campañas de Galia e Hispania.
El monumento está decorado con frisos y relieves escultóricos que
muestran procesiones, escenas alegóricas de la mitología y sacrificios.
Augusto organizó su país y fomentó las artes, no sin aprovecharse de ellas para
promover su imagen personal, como era un uso generalizado entre los
poderosos. Sobreviven muchas de las estatuas del emperador en los museos
del mundo, mostrándolo con una variedad de atributos, militares,
civiles y divinos. Una de los más famosas es Augusto de Prima Porta, que en realidad es una elaboración sobre el Doríforo de Policleto.
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